Con verdad, “El Zapata” impuso su ley frente al Toro-Toro
- Jorge y Malú
- 5 feb 2018
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 27 feb 2018
Jorge Canto Alcocer.
Esta nota apareció originalmente en el periódico Por esto! Yucatán, el 29 de enero de 2018.
Entradón en la corrida de aniversario de la “Mérida”
El tlaxcalteca se lució con capote y banderillas, cuajó dos extraordinarios volapiés, saliendo merecidamente a hombros / Manuel Sevillano perdió los papeles tras aparatosa cogida y terminó aperreado / Leo Valadez, con etiqueta de promesa, pasó desapercibido / De sensacional presencia e interesantísimo juego los de Mimihuapam
Por Jorge Canto Alcocer
Si alguna vez se pregunta Ud. qué es un auténtico volapié, la respuesta la dio, y por partida doble, Uriel Moreno “El Zapata” en la corrida del aniversario 89 de nuestra querida Plaza “Mérida”. Si alguna vez se pregunta cuando una estocada vale por sí misma una oreja, la respuesta la dio, de igual manera y por partida doble, Uriel Moreno “El Zapata” la tarde de ayer. “El Zapata” simplemente dictó cátedra de como se matan los toros, cuando despeñó de sendas estocadas en todo lo alto y entrando derecho como una vela a sus dos enemigos. ¡Y vaya que enemigos! OREJÓN, que abrió plaza, fue un zaino, listón, con tremenda arboladura, en tanto que PUYA LOCA era largo, largo, como una locomotora, y traía dos hermosos puñales en vez de cuernos. Y a los dos los tumbó el magnífico diestro de Apizaco sin aspavientos, matando con la espada y con el corazón, llegando con la mano al pelo, dando el pecho como todo un hombre, mojándose los dedos en el morrillo de la bestia.

¡Qué hermosa es la Fiesta de los Toros! El público, multiforme, venido de toda la geografía peninsular, hizo una entrada señera. Nuestra Plaza seguramente se sintió feliz, feliz en su cumpleaños, como una alegre chiquilla, porque en su ruedo estuvieron seis majestuosos TOROS, así, con mayúsculas, con todo lo que hay que tener; porque en sus gradas estuvieron miles de aficionados y espectadores, en su mayoría entendidos, en su mayoría sensibles, en su mayoría exigentes; y porque al menos uno de los coletudos supo estar a la altura y domeñar sin cuento al Toro-Toro, y también al multicéfalo, quedando ambos a los pies de ese Torero, así, con mayúscula, ese “Zapata” que volvió a conquistar el corazón de la afición meridana.
No tiene Uriel “ese arte que no se pue aguantá”, que dicen los gitanos; no es, ciertamente, un maestro que de los muletazos exactos y precisos. ¡No! “El Zapata” es simplemente un Torero, pero ¡vaya que Torero! Le ha pegado un tremendo repaso a Manuel Escribano, un sevillano que ha tenido sus momentos de gloria en Europa, y a Leo Valadez, un mexicano que se ganó a pulso una alternativa de lujo en la feria del Pilar, en Zaragoza, en las postrimerías del 2017 español. Pero los dos fueron borrados del ruedo por el complicado juego de los Mimihuapam y la brillante actuación del héroe de la tarde.
Fue, pues, una corrida de hondura, y, afortunadamente, todo salió a pedir de boca. Hubo drama, pero no tuvimos que lamentar tragedia. La gente paladeó cada detalle, los toreros anduvieron con los cinco sentidos en alerta y la adrenalina a flor de piel, Usía estuvo enterado y con tino. ¡Hasta los animalistas estuvieron en su sitio, con su intolerante cartelito que sólo mueve a risa! El único detalle estuvo más que justificado: el festejo inició con diez minutos de retraso, a fin de que la gente de mantenimiento
dejara el ruedo lo mejor posible tras la caída de una fuerte lluvia al filo del mediodía. Tras el paseíllo, hubo emotivo minuto de aplausos en memoria del recio novillero yucateco Armín Puerto “El Maya”, fallecido recientemente en su natal Hunucmá. URIEL MORENO “EL ZAPATA” no fue únicamente el triunfador de la tarde y, hasta ahora, de la temporada. El tlaxcalteca cuajó su mejor tarde en la Plaza “Mérida”, coso al que ha concurrido una decena de veces. No es casual que dicho triunfo lo haya logrado frente a un encierro duro, encastado y con edad. “Zapata”, quien alguna vez pareciera ir para figura, es un torero seco, honesto, sin concesiones, y a la vez creativo, combinación que raramente se produce. Con esas condiciones, el toro grande y exigente no le espanta, al contrario: le permite dar mayor sentido a su interpretación. Abrió plaza con OREJÓN, un impresionante zaino listón, magníficamente armado. Lo recibió con larga afarolada de rodillas que le fue ovacionada, no así las verónicas, que dio con el pasito atrás. El toro, como toda la corrida, peleó de firme, provocando espectacular tumbo. El tlaxcalteca llevó al bicho con el quite hacia los adentros, y luego lo sacó del jamelgo toreando s
abrosamente con recortes por delante. En banderillas invitó a Escribano, quien clavó un buen cuarteo, pero fracasó en su turno, en el que intentó el par monumental y un violín, que dejó al sesgo, un tanto desigualado. Con la muleta estuvo bien, valiente y enterado frente a un bicho que remataba con violencia. Mató de estupendo volapié, de efectos inmediatos, que provocó fortísima petición y la justa concesión de un apéndice. Su segundo enemigo fue PUYA LOCA, otro zaino bien armado, este más largo que la cuaresma. Le cuajó dos verónicas de pintura, que remató de media con las dos rodillas en tierra. Intentó el Ojalá, con pocos frutos, por lo que improvisó unas chicuelinas de buena factura. Sus banderillas fueron de apoteósis: el par monumental lo dejó en los medios, y todo lo alto del morrillo. La gente se puso de pie, y obligó a “El Zapata” a dar sentida vuelta al ruedo. Completó con un magnífico sesgo por dentro y un violín en el mismo centro del anillo, que también le aplaudieron con calor. Con la muleta empezó con un desdén fuera del mundo, aunque tuvo que dejar las florituras, pues el bicho
sabía para que tenía los pitones. “Zapata” le peleó con buen gusto, para luego dejar otro fantástico volapié, que hizo pupa. La petición fue unánime, y de nuevo Usía concedió con justicia, para rubricar el sensacional triunfo del serio torero de Apizaco. MANUEL ESCRIBANO es un torero de los de media tabla en España, por lo que no debió haberle espantado el ganado lidiado. Pero lo cierto es que el sevillano tuvo una actuación sin logros y, por momentos, fue aperreado por los de Mimihuapam. Su primero, BARBAJÁN, fue un tío con toda la barba, un castaño oscuro de terrorífica estampa y con unos pitones de aquí hasta Gerena. Lo recibió con larga afarolada de rodillas, bien lograda, pero fue lo único que hizo con el capote. Tras vara dura y bien peleada, Escribano correspondió a la invitación de “El Zapata”, con dos cuarteos de buena factura; el mexicano, por su parte, dejó un “Calafia” de grato sabor. Escribano empezó la faena con unos pases de tanteo, pero el elefante con cuernos le buscó los muslos desde el primer pase, y lo puso de astronauta para una cogida de órdago. No hubo más herida que la confianza, y el rubio europeo ya no paró los pies en toda la tarde, terminando, lastimosamente, en una desenfrenada carrera. Mató de media trasera y lo sacaron al tercio para agradecerle que permaneciera en el ruedo. En quinto
sitio salió DESAHOGADO, un zaíno enmorrillado de buena armadura, que pedía una muleta garra, pero Escribano siguió en plan de desconfianza, por lo que nada intentó. Sólo en banderillas logró algún aplauso, merced a dos cuarteos y un quiebro con mucho riesgo, en el que dejó sólo un garapullo. Dejó otra vez trasero, para escuchar silencio. El mexicano LEO VALADEZ, un chamaco de 20 años que tomó la alternativa hace unos tres meses, nada pudo hacer ante un lote complicado. CACHITO, el tercero de la terde, fue un cárdeno oscuro, caribello, meleno, paliabierto, que tuvo poca fuerza. Valadez nunca se confió y terminó entre desarmes. Mató de tres cuartos traseros y cuatro golpes de descabello. Cerró plaza CHINTOLOLO, un zaino bien puesto que se hubiera dejado si su matador hubiese tenido idea. Valadez le espantó las moscas un rato, en lo que la gente buscaba las salidas, y terminó de dos pinchazos, tres cuartos caídos y tres golpes de descabello.

Se anunció la quinta de temporada, con el repudiado caballista Emiliano Gamero, quien se hizo famoso por maltratar a uno de sus caballos hace algunos años, Joselito Adame y Sergio Flores, en la lidia de otro encierro de Mimihuapam. ¿No se apiadará la empresa de una afición tan fiel para evitarnos la pena de ver a un caballista tan malo? ¿Se imaginan ustedes sustituir su poco atractivo nombre por el de “El Zapata”? Seguro habría bofetadas por los boletos... de cualquier forma, ahí estaremos...
Esta nota apareció originalmente en el periódico Por esto! Yucatán el 29 de enero de 2018. Para ver la nota original puedes seguir el link:
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