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Los forcados deben estar locos

  • Foto del escritor: Jorge y Malú
    Jorge y Malú
  • 6 ene 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 27 feb 2018

Malú Villarreal

Jorge me platicó que iba a haber forcados en la corrida. Le dije que me parecía que era, para mi nivel de estrés, lo mejor. Es decir, solo era un grupo de hombres saltando sobre un toro, algo inofensivo. Jorge me miró, se sonrió y me preguntó.


- ¿Has visto antes una pega de forcados? (para los que somos principiantes significa agarrar al toro a mano limpia).


- Creo que sí, en la tele, alguna vez. - le dije, muy villamelonamente -Ojalá todo el evento fuera de forcados, así sería más relajado, menos riesgoso, menos estresante.


Jorge volvió a sonreír, me dio un beso y se despidió para ocupar su lugar para cronistas en el "callejón de la plaza" (ese lugar privilegiado justo detrás del ruedo, donde si salta un toro, te mata). Yo me dediqué a observar la fiesta con mis ojos de inexperta total y desconocedora del argot y rituales de la fiesta, en mi primera vez como público de toros, en toda mi vida.

Los forcados esperaron en el túnel y se persignaron antes de entrar a presentarse en público. Ellos se persignan y esperan con mucha paciencia en el callejón mientras el rejoneador comienza su faena y entonces, cuando el rejoneador les da una seña, se persignan, saltan el redondel y allá van. No podía creer que se metieran a la arena así, sin nada de protección.


Cuando los forcados entraron al ruedo, yo esperaba que sacaran al toro grande, malo y asesino - perdonen mi inexperiencia en el manejo de toros - , pensé que iban a abrir la puerta el toro asesino salía y entraba una vaquilla o algo así. Pero ahí estaban ellos y ahí estaba el toro, ese que pesaba más de 500 kilos y tenía dos cuernos que sabe como usar.

-¡Ay Dios mío!


¿Qué puede llevar a un grupo de hombres a provocar a un toro?


Se que debe ser muy valiente, adrenalínico; pero como madre... como hija o esposa apenas puedo imaginarme lo que sería ver a alguno de mis seres queridos frente a un animal que puede y si tiene oportunidad, va a matarlos.

No sólo me pareció sorprendente lo valientes (o locos) que debían estar, me sorprendió pensar que algunos eran muy jovenes, otros se veían con mucha experiencia, pero todos estaban ahí arriesgando su vida.


Esos hombres comenzaron a provocar al toro embravecido. Y como era de esperar los embistió, yo grité con todas mis fuerzas.


Hay un líder, que provoca al toro. Se pone a frente y le grita al toro ¡Ehh! ¡ehhh! ¡Toroooo! ¡Tooooroooo!

Y el toro lo mira como diciendo ¿Me estas hablando a mi?

Y yo pienso: ¡Ay Dios mío!


Pero, fuera del miedo de ver esa exhibición de riesgo, no pude evitar admirarme del trabajo en equipo y del liderazgo del de la gorrita verde. Un verdadero trabajo en equipo, donde todos deben estar conscientes de que la vida de los otros depende de que trabajen parejo, sin excusas.


No puedo imaginarme lo que debe sentirse ver a una bestia de 500 kilogramos con dos dagas venir corriendo hacia uno. ¿Cómo conservar la calma y colocarse en el lugar más seguro del animal en embestida? ¿Cómo atinarle al centro de la frente con tu cuerpo y luego, en un segundo aferrarte a los cuernos con todas tus fuerzas? (porque tu vida depende de ello), mientras el toro trata de derribarte. Una vez que el líder se aferra entre los cuernos del toro llegan los otros forcados y en equipo contienen e inmobilizan al animal.

Y si, hubo sangre. Es impresionante, aterrador ver las lesiones que se llevan los forcados, ninguno se excluye, no solo el líder al frente, también los otro que se aferran al animal mientras éste trata de quitárselos de encima. Gritos en la plaza y luego silencio, murmullos y palabras de angustia cuando uno de ellos quedaba tendido en el suelo; después aplausos y alivio cuando se le veía ponerse de pie, aún lleno de sangre (no sabemos si propia o de las heridas del toro) .

Y luego estaba el chico de la cola del toro, ¿Quien se pone a jalarle la cola a un toro embravecido? (yo no me atrevería a jalarle la cola a un gato enojado). Después de la primera impresión entendí que el de la cola tiene una función importantísima: permitir a los demás zafarse y regresar a salvo al callejón.


Mientras el toro se trata de zafar del tipo que trae agarrado de su cola, dando vueltas en círculos, tratando de clavarle los cuernos. Este hombre salva a sus compañeros...¿y luego? ¿Quien lo salva a él? Los toreros están al pendiente pero si se zafa antes de tiempo puede terminar entre las patas del toro o entre sus cuernos, de algún modo eso me pareció conmovedor, adrenalínico y hermoso.


Tres veces entraron los forcados a provocar ser embestidos por los toros, tres veces hubo sangre y heridos, tres veces me desgañité gritando. El público gritaba extasiado con la valentía de los forcados y lo bravo que eran los toros, atacándolos.

Yo no paré de gritar mientras tomaba fotos y grababa vídeos. Sentí tanta adrenalina, tanto miedo, tanta admiración, tanta hilaridad nerviosa de pensar en estos hombres provocando a un monstruo.


Nadie cuestiona al líder, todos entraron comprometidos a enfrentar al toro y cuidar de sus compañeros (tal vez deberíamos intentar ser forcados al menos una vez y comprender lo que significa liderazgo y trabajo en equipo...y tenerlos bien puestos).

Me pareció conmovedor, hermoso. Sentí algo que no había sentido en mucho tiempo, me sentí conmovida por la solidaridad e incondicionalidad en ese grupo de hombres.


En serio deben estar locos - pensé. Pero Jorge, que conoce la fiesta, sus simbolismos y significados de toda su vida, me dijo que así es como los actores viven la fiesta: por la pasión, por la adrenalina, por el arte. Porque puede parecer locura, pero es amor.


En nuestra cotidianidad tan cuidada, tan protegida, tan apática, estos hombres pueden parecernos locos, pero en el fondo desearíamos que hubiera más locura como la de ellos, que entienden y practican las virtudes de la naturaleza humana en el valor de la unidad, del liderazgo, la solidaridad, de vencer el miedo, levantarse en cada caída, del valor y la valentía, de la generosidad para darnos una lección.


Sublime.


Malú


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